Todo se esfumó en un simple suspiro. Y los recuerdos que no fueron pesan más que la carga de no poder avanzar.
Fui veleta del tiempo y me relajé. Pensé que el viento era mi aliado, pero cuando quise seguir por mi propia ruta, hacia mi destino soñado; comprobé que es caprichoso y si no le sigues la corriente, es una fuerza tremenda que puede hacerte parar y derrumbarte en un solo segundo.
Tras el bacatazo contra el suelo de realidades que me negaba a asumir porque no quería que estuvieran escritas en mi camino... Lloré y con toda mi alma grité:
¿Y ahora qué?
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