sábado, 25 de enero de 2014

El brillo de la decepción.

- Tienes ese brillo en los ojos.
- ¿Qué brillo?
-Ese brillo que indica que por mucho que te esfuerces por sonreir, por dentro llueve a cántaros.



No me reconozco en las fotos. Y evito mirarme en los espejos, hace tiempo que ya no me dejan verme. 
En mi cabeza las imagenes vuelan y se convierten en borrones: lugares, personas, yo... Porque al fin y al cabo ese debe de ser mi defecto, ser egoísta, pensar solamente en YO. Pensar que no agrado a nadie, no dirigirles la palabra y pensar que no me valoran. Pero cómo me van a valorar si yo no lo hago con ellos tampoco. (Si yo tampoco lo hago conmigo)

La balanza está desequilibrada o quizás nunca existió tal balanza. 

Me acurruco entre almohadones rellenos de esperanzas, sueños, deseos, anhelos... De cosas bonitas. La fina tela las separa de mí, pero puedo acariciarlas tocándolas con las yemas de mis dedos, soñando con ellas. Y mientras exista esa tela, jamás las tocaré de verdad. Siempre será una ilusión, un querer y no poder. Y por más que intento desquebrajar la tela, más gruesa se hace ella y más alejada siento todo.


Hablo como siempre de sueños que se alejan, de esperanzas que se rompen, de burbujas de ilusiones que explotan. Hablo como siempre de YO.


Si mi reflejo rompe el espejo... ¿Tendré 7 años de mala suerte o con ser yo es suficiente?

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